Miradas del metro que se cruzan cuando las puertas se cierran y el andén se desdibuja en la oscuridad del túnel que engulle el vagón; la sonrisa de un niño que va caminando solo por calle y se estrella contra tu pierna porque todavía no calcula bien las distancias y a su padre se le escapó la capucha por la que lo agarraba; besos furtivos bajo la sombra de las farolas que iluminan el corazón de las ciudades en tardes frías de un invierno incipiente… Destellos de luz que aparecen y desaparecen. Un libro cuyas páginas se mueven a la velocidad del viento y se ocultan entre las pastas de una novela que permanecerá cerrada para siempre. Cometas en el cielo de historias de lo que pudo haber sido y no fue. Rostros sin nombre que tarde o temprano serán olvidados, personas con billetes de ida y vuelta en blanco, bicicletas con un destino para el espectador desconocido.
«Imaginan que como antes no se conocían, no había sucedido nada entre ellos. Pero, ¿qué decir de las calles, las escaleras, los pasillos
en los que hace tiempo podrían haberse cruzado?»…
Jesús dijo:
Hace unos días que descubrí, por casualidad, tus textos y se han convertido para mí en la lectura que acompaña al café del descanso, a ese momento de desconexión. Me gustaría felicitarte y agradecerte el trabajo que haces aquí. Es una delicia poder leer tus palabras. Enhorabuena y gracias otra vez.
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Ana Souto Villanustre dijo:
Hace más de un año, en una de las callejuelas del Marais conocí a una señora vasca que me dijo que «las casualidades no existen en el universo». Con todo, me pregunto qué caminos te trajeron hasta este rastro que deixamos… No sabes cuánto me alegran tus palabras. A veces me pregunto qué reacción despierto entre aquellas personas que dan con mi blog e incluso me cuestiono hasta qué punto debería seguir escribiendo, si realmente consigo hacer realidad mi objetivo de transmitir. Gracias por saborear mis palabras acompañado de una taza humeante de café y por haberte parado a darme fuerzas para seguir dando vida a este proyecto que con ilusión empecé.
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