Siempre me ha gustado la paz de los cuadros impresionistas,
esa simbiosis imperfecta entre luz y color,
en un océano de pinceladas difuminadas
que solo la retina humana puede juntar
para finalizar la obra maestra.
Diálogo atemporal pintor-receptor.
También me embruja el frenesí de Van Gogh,
la rapidez de sus movimientos sobre el lienzo,
violencia muda hecha arte eterno.
Y Gauguin, culmen de las vanguardias,
curnicopia de colores fuertes y arriesgados.
Me sedujo siempre por su rebeldía,
por ese afán provocador,
de huir de todo lo establecido previamente
y deformar el cuerpo humano,
libre de cadenas oxidadas.
Yo, a ti,
te haría impresionismo, vanguardias y cielos estrellados,
pero sin duda alguna quiero innovar,
alejarme de todo estilo ya creado,
e improvisar entre los pliegues de tu lienzo.
Imprimir mi huella en tu piel.
Artista y musa al mismo tiempo.